El pueblo descubrió que con el canto de Josefina, ese chillido tan agudo y débil a sus oidos, eran destruidos los terribles donguis que aterrorizaban el área.
Un día los donguis llegaron a la superficie, así que Josefina se dispuso a dar lo mejor de sí aunque fuera la última vez; y entonó su canto hasta más no poder y fue tan fuerte lo que cantó ese día que sus pulmones no resistieron, estallando en su interior y ocasionando su muerte. Al instante en que ella cayó al suelo fueron en su auxilio, y apesar de que médicos intervinieron, no pudieron hacer nada por ella, aunque ella hizo todo por ellos. Murió pero logró su objetivo: los donguis sufrieron un terrible daño cerebral con aquel chillido, y también murieron.
Desde este momento, todos valoraron el heroico hecho de Josefina, y la historia fue transmitida de generación en generación.
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